RELATO, UNA ESTRELLA PARA TI, ANTOLOGIA TINTA NAVIDEÑA CHRIS Y AMIGOS

Por - sábado, junio 25, 2016

                                 Una estrella para ti

Relato
Ainhoa S. Gómez


—Chloe, cuando puedas saca más estuches del muñeco de los Minions, que se están terminando.
—¡Vale Tom! ¿Falta algo más que recuerdes por reponer?
—No, solo eso, ¡gracias!

«Estos muñecos cada vez pesan más, aunque no me extraña porque con este cabezón que tienen».

—Toma, aquí están los cabezones amarillos, no veas lo que pesan las dichosas cajitas, ¿qué es lo que tienen estos muñecos que, a la vez de ser tan feos, son tan encantadores? ¿No crees Tom?

Mi jefe me mira sonriendo como siempre mientras me dice:

—Gracias preciosa, voy a aprovechar para ir al banco a por cambio ahora que no hay gente, si ves que me retraso y se llena la tienda llámame al móvil.
—Tranquilo Tom, hoy está súper tranquilo todo el centro, la gente se está esperando ya para Navidad, verás cómo en un mes esto está lleno de gente.
—Eso espero Chloe, por lo menos mañana ya vuelve Mandy de vacaciones, así que estaremos preparados para el trabajo. Bueno, me voy, Chloe. Lo dicho, cualquier cosa me llamas.
— De acuerdo, hasta ahora.
—No tardo, adiós.

 Bueno, va a ser hora de que me ponga con el pedido porque al final se me olvidará. Escucho el ruido del timbre de la puerta que suena al entrar alguien y digo sin mirar:



—Hola, buenos días —Un escalofrío me recorre por el cuerpo cuando lo veo delante de mí, ya que lleva la cara cubierta por un pasamontaña negro y una navaja en la mano. Mientras me mira, me amenaza con ella y me grita—¡Dame ahora mismo todo lo que hay en la caja!

«Oh Dios mío», pienso «Respira Chloe, no te pongas nerviosa».

 Pero el miedo me puede cuando al ver que no reacciono, salta detrás del mostrador y me agarra por la espada sujetándome del cuello acercándome a él. Noto la hoja afilada y fría del cuchillo en mi cuello, cada vez tengo más claro que esto no va a terminar bien, estoy tan muerta de miedo que no sé ni dónde está el botón para abrir el cajón del dinero.

Espero no tener que ir al almacén a por la llave, porque madre mía que será de mí sí me mete hacia dentro... Así que me vuelvo a repetir para mí misma: «Tranquila Chloe, respira, relájate, no te pongas nerviosa, saca esa frialdad mental que tú sabes sacar en situaciones difíciles y de riesgo». Entonces, un golpe en el mostrador hace que vuelva en mí y una voz ronca me grita:

—¡Te he dicho que abras la maldita caja! Espabila, no tengo todo el puto día.

Consciente de mi error, abro la caja corriendo y saco todo el dinero que hay dentro. Pienso en preguntarle si también quiere las monedas... Sí, qué queréis que os diga, nunca jamás había sufrido un atraco antes, así que no sé si solo se llevan los billetes o todo lo que hay en la caja.

—Coge todos los billetes y ponlos en este sobre, no hagas ningún movimiento en falso porque si no, rubita, te vas a acordar de mí el resto de tu vida —Os juro por lo que más quiero, que esa manera de llamarme rubita jamás lo olvidaré.

Empiezo a oír ruido a lo lejos, un dolor repentino se instala en mi cabeza que cada vez es más intenso, noto como mis piernas flaquean del todo, ya no sé dónde estoy, en ese momento dejo de sentir las extremidades de mi cuerpo; todo me parece lejano, quizás sea que me ha matado, ya que solo escucho un susurro en mi cabeza, un susurro que desaparece.



—¡Chloe, Chloe! ¿Estás bien? Dios mío, despierta, dime algo.
—Tranquilo señor, sus constancias vitales están bien, solo ha sufrido un desmayo.

Para mi sorpresa, veo que estoy bien, así que como un resorte recupero toda mi conciencia y veo a Tom, más preocupado que nunca, arrodillado frente a mí con varias personas a mi alrededor que no conozco.

—Señorita, ¿cómo se encuentra? —me dice un chico con unos grandes ojos azules que me mira con una cara de pánico increíble.
—Chloe, este chico vio salir a alguien sospechoso y al entrar te encontró en el suelo. Te has desmayado.
—Hola, mi nombre en Enzo.

No puedo evitar sonreír como una tonta y pienso: «Enzo, mi hombre, mi héroe».



Ya hace dos meses largos de mi atraco y lo cierto es que aún soy incapaz de quedarme sola en la tienda. Cuando entra alguien raro no puedo evitar ponerme en tensión y en alerta. Tengo la suerte de que mi compañera Mandy está todo el día conmigo, ya que vamos a empezar la campaña de Navidad y todo personal es poco en la juguetería.

Me encanta cómo están dejando el centro comercial todo adornado con nieve, renos, bolas… Fuera ya hace mucho frío, pues llevamos días con un buen temporal de nieve. La gente entra muy abrigada con sus gorros, bufandas y guantes, y se frotan las manos al quitárselos para terminar de entrar en calor. Los niños ríen corren y se divierten; tendrías que ver cómo se quedan embobados delante de la caseta de Santa Claus que están terminando de montar.

—¿Chloe? ¿Te acuerdas de mí? —me dice una voz por detrás, lo que me provoca un resorte. Qué susto. «Chloe, no puedes seguir así, no puedes vivir con miedo», me recrimino a mí misma mientras me doy la vuelta en busca de la voz que me ha llamado, y al toparme con sus ojos, noto cómo me cambia la cara en cuestión de segundos, paso de tener una expresión de pánico a tener la cara más tonta y absurda que se te puede llegar a poner cuando ves a tu héroe, por llamarlo de alguna manera, ya que no recuerdo su nombre. Está bien, os miento, claro que lo recuerdo.
—Claro, Enzo, ¿verdad? —Lo cierto es que no lo había vuelto a ver desde entonces, es más, jamás le di las gracias.
—Enzo, me gustaría darte las gracias, ya que aquel día no tuve la oportunidad.
—No se las merecen, lo cierto es que el tipo me dio mala espina y no solo por el pequeño detalle de que se fuese quitando el pasamontaña nada más salir. Al asomarme a la tienda y ver tus piernas que se salían del mostrador, me dio muy mala sensación así que entré y te encontré desmayada en el suelo.
—¿Le pudiste ver la cara?
—No sé, no me fijé bien, fue muy rápido. Es lo mismo que le dije a la policía, que tenía una cara muy común —En ese instante veo que de la mochila se le asoma lo que parece ser un gorro de Santa Claus, así que me envalentono y le preguntó:
—¿Siempre llevas un gorro de Santa en la mochila? —Mientras, mira hacia el hombro izquierdo, donde la carga, y me dice:
—Lo cierto es que no, vengo a recoger el traje, soy el nuevo Santa del centro comercial para estas navidades —Sin quererlo, se me escapa un mohín. Lo cierto es que había pensado que solo me pasaba a ver, qué queréis, no es que sea una creída, pero nunca he podido olvidar ese rostro angelical.
—Me alegro, es un bonito trabajo. Ver la cara de felicidad de los niños cuando te entregan la carta y se hacen la foto debe de ser mágico —le contesto.
—Supongo que sí, nunca había trabajado en nada parecido y oye, un dinero extra en Navidad nunca viene mal.
—Pues lo cierto es que no —le contesto algo abstraída por un tipo extraño que veo pasar por la puerta. Él, al ver mi cara, pone una mueca de disgusto mientras me dice:
—¿Te encuentras bien?—La verdad es que no mucho, desde el atraco me he vuelto algo paranoica ya que pienso que todo el que entra tiene intenciones de atracarme, no consigo sacármelo de la cabeza, es más fuerte que yo —En ese momento posa su mano encima de la mía, que se encuentra apoyada en el mostrador, y me la acaricia. Mientras, entra Tom por la puerta me dice:

—No te preocupes, todo saldrá bien, confía en mí, estaré aquí en frente y estaré vigilándote durante todo día —Lo cierto es que su tacto y sus palabras me transmiten una seguridad increíble.
—Hombre, ¡Enzo! Qué alegría verte, ¿qué te trae por aquí? —Tom ve la mano de Enzo encima de la mía y eso hace que yo reaccione inmediatamente apartándola. Tom, al darse cuenta de que ha interrumpido algo, nos dice:
—Chloe, ¿por qué no aprovechas ahora que no hay gente y os vais a tomar un café? Supongo que tendréis cosas de qué hablar, Mandy y yo nos podremos arreglar un rato sin ti —dice mientras sale Mandy del almacén.
—Me parece una buena idea, te invito a un café —me dice Enzo.
—No, mejor te invito yo, te lo debo—le digo mientras cojo mi bolso para salir por la puerta.

El pequeño camino a la cafetería transcurre en silencio. Noto cómo de vez en cuando Enzo mira hacia mí y se me queda observando; cuando ve que me giro hacia él y le cojo mirándome esboza una pequeña sonrisa. Es una sensación un poco rara, creo que el hecho de que él me encontrará el día del atraco ha creado un vínculo entre nosotros.

—¡Hola!, ¿qué queréis tomar? —nos pregunta la camarera con una gran sonrisa.

Una vez que hemos pedido nuestros cafés, le pregunto a Enzo:

—Bueno, cuéntame algo de ti, ¿estudias, trabajas, a qué dedicas tu tiempo libre? —le digo con tono de burla, cosa que hace que a él se le escape una carcajada.
—Pues no estudio, hace poco dejé mi antiguo trabajo y ahora, pues a hacer de Santa por unos días.
—¿Y qué te ha hecho dejar un trabajo y terminar haciendo de Santa en un centro comercial? —le pregunto mientras observo a la gente que se me acerca para pasar, cosa que me pone los pelos de gallina. No me gusta tener
desconocidos cerca después del atraco y menos si son hombres, es como si tuviese activo ese pequeño radar que llevamos dentro que nos avisa cuando estamos en peligro.

—Buena pregunta. Pues la verdad, por situaciones que nos toca vivir, a veces en la vida tienes sueños e intentas cumplirlos.
—Entonces, ¿tu sueño es ser Santa en un centro comercial? —le pregunto con cara de contrariedad.
—Jamás dije eso —me dice sonriendo—. Solo dije que a veces intentas cumplir tus sueños —Veo que esta vez cambia la sonrisa por una expresión más seria, aunque, mejor dicho, más inexpresiva. Claro está que lo que quiera que emprendió salió mal y por lo poco que puedo apreciar, no le gusta hablar del tema.

Así que, para sacar la tensión de la conversación, le pregunto:

—¿Y qué, ¿cuándo empiezas, Santa? Puedo llamarte Santa, ¿verdad?
—Claro que sí, llámame Santa, me gusta. Además, tendré que familiarizarme con el nombre porque a partir de mañana seré Santa Claus para todos, así que cuando quieras, señorita, puedes venir a sentarte encima de mis rodillas y pedirme lo que quieres que te regale —me dice tocándome la nariz como si fuese una niña pequeña, cosa que os reconozco que me hace mucha gracia; creo que van a ser unas Navidades muy divertidas.
—Claro que sí, Santa. Espero que el trabajo me lo permita, y si no, ya te saludaré desde la tienda —Que sepáis que la casa de Santa está justo delante de mi tienda, así que si no tengo trabajo tendré una visión perfecta durante todo el día.
—¿Por qué sonríes? —me dice, mirándome a los ojos muy fijamente, parece que sepa lo que acabo de pensar.
—Nada, recordé algo de mi infancia que hacía tiempo que no recordaba, cómo jugaba con mi hermana con la nieve en Navidad y lo que disfrutábamos llevando la carta a Santa; al decirme eso me vino a la cabeza —Sí, es cierto, le estoy mintiendo como una bellaca, pero era demasiado obvio que me gusta y no quiero que se me note, se va a pensar que estoy desesperada. Para redondear mi actuación estelar, le preguntó sobre él.

—Enzo, y tú, ¿tienes hermanos? —me maldigo por haber preguntado esto, ya que veo que el semblante de su cara cambia por un momento haciendo una mueca de disgusto.
—Verás, somos tres hermanos, yo soy el mayor, tengo un hermano pequeño de cinco años y luego está mi hermana, que es un año menor que yo, pero no sé nada de Octavia desde hace mucho tiempo —Pero vaya mierda, qué día aprenderé a meterme la lengua en el culo antes de preguntar.
—Lo siento, no tienes por qué seguir hablando del tema —De golpe me interrumpe como si le hubiesen dado rienda suelta sin tener en cuenta mi súplica disimulada de que no hace falta que me cuente nada.
—Octavia, el día de su quinto cumpleaños desapareció y jamás se supo nada más—Ahora sí que alucino, ¿cómo una niña de cinco años desaparece sin dejar rastro?
—¿Pero tus padres no la buscaron?
—Es complicado. Mis padres murieron al poco de nacer Octavia y nos criamos con mi abuela, quien, a raíz de la desaparición de Octavia, como no lo pudo superar, cayó enferma y murió; así que me crie en un orfanato.

Ahí conocí a mi mejor amiga Miranda, con la que me escapé del orfanato. Ella se quedó embarazada de quién era su pareja, tuvo a Jacob, desgraciadamente cayó enferma y murió, así que desde ese momento me hice responsable de él y ahora Jacob es mi familia —No puedo evitar que me caigan las lágrimas de los ojos, así que me abrazó a él como una loca, intentándole dar a entender que me tiene para lo que quiera.

—Bueno, creo que es hora de que vuelvas al trabajo. Mañana nos vemos –me dice arrodillándose delante de mí como si volviese a ser una niña pequeña. Lo cierto es que soy bastante bajita, así que la diferencia es notable.
—La verdad es que no sé qué decir, Enzo.
—Dime que mañana me vendrás a buscar a la hora de tu descanso para tomar nuestro café —me dice con una gran sonrisa y un brillo en sus ojos que le llena de vida.
—Perfecto, ahí estaré —Al ir a darle dos besos para despedirme, me sorprende cuando me da un beso tan tierno y posesivo a la vez, que hace que por un instante me olvide totalmente de dónde estoy.



Una vez vuelvo a la tienda, Mandy está limpiando los mostradores al ritmo de una canción que suena por la radio. La veo cantar y menear el culo como una auténtica loca, cosa que hace que me dé un ataque de risa, mientras me pongo a bailar y a cantar con ella.

Por fin termina el día. Cuando llegó a casa y cierro la puerta, veo a Cocó como viene hacia mí ronroneado, y deduzco que se acaba de despertar porque la pobre gata tiene una cara de dormida que es alucinante. Decido llamar a la pizzería para que me traigan la cena y mientras espero la pizza, me doy un buen baño para relajarme del duro día de trabajo.

 Cuando llaman al timbre ya estoy lista, así que abro, le pago al repartidor y me siento en el sofá a cenar mientras veo una de mis películas preferidas por la tele.

Los días van pasando y mi relación con Enzo cada vez es más estrecha, se ha creado algo especial y mágico entre los dos. Noto cómo me observa desde la caseta de Santa y yo siempre que el trabajo me lo permite, miro cómo se envuelve con los niños a la hora de hacerse las fotos.

Esta noche hemos quedado para cenar. Me ha dicho que tiene una sorpresa para mí, no sé qué será, pero muero por la curiosidad.

—Tú, para de babear ya. Sabemos que Santa está muy bueno, pero córtate Chloe, que los niños al final se asustarán de verte siempre con la cara empotrada en el cristal de la tienda.
— Lo sé Mandy, pero no lo puedo evitar tía, qué quieres que te diga jajaja. Me tiene ganado el corazón, nunca he conocido a nadie con tanta sensibilidad como él.
—Por cierto, ¿no tendrá Santa algún hermano o algo para tu súper tierna y bonita compañera, ¿verdad?

—Pues sí, lo cierto que su hermano se llama Jacob, lo que pasa es que tengo la impresión de que no vais a congeniar, que lo vuestro no va a ser posible —le digo mientras me mira con cara de abstraída.
—¿En serio? ¿Tan feo es? ¿Cómo un tío tan guapo puede tener un hermano tan feo?
—No es feo Mandy, jajajaja Jacob es moreno y con unos ojos verdes preciosos por lo menos en foto, ya que aún no lo he visto en persona.
—Y entonces, ¿dónde está el problema Clhoe? ¡Porque no quieres que sea feliz como una perdiz!
— Porque le sacas 20 años tía jajaja. Creo que es demasiado joven para ti.
—Sí, bueno,  la verdad es que no me importa que sean algo más jóvenes que yo, pero creo hay demasiada diferencia de edad jajaja. Bueno, mi gozo en un pozo.
—Tienes razón, no estaría muy bien visto jajajaja.

 Seguimos trabajando y por fin llega la hora de cerrar. Qué día más agotador, menos mal que el pensar en la cita de esta noche me sube la moral y me da ánimos porque si por mí fuese, me iba directamente a casa y me metía en la cama.

—Mira, ahí viene tu Romeo —me dice Mandy entre risas y dándome un codazo, cosa que hace que note cómo se me empieza a calentar la cara de lo roja que me estoy poniendo, y noto que las orejas me van a reventar del calor. Qué oportuna, justo cuando Enzo entra por la puerta
—Hola chicas, ¿qué tal la tarde? —En ese momento sale Tom del almacén y va directo hacia mi héroe.
—Hombre Enzo, ¿cómo va Santa últimamente? Te veo mucho por aquí —le dice mirándome de reojo, por lo que aún me pongo más colorada.
—Sí, vengo a llevarme a Chloe, le tengo preparada una sorpresa —Guau, no se corta un pelo.
—Me alegra, la verdad, que lo vuestro esté funcionando, nunca sabes cuándo puedes encontrar esa persona especial. Mira Chloe, si nunca te hubiesen atracado quizás jamás os hubieses conocido —Eso hace que tenga un escalofrío interno enorme.

—Es probable, ¡pero te recuerdo Tom, que él está trabajando de Santa justo delante de nosotros! En serio, ¿crees que no se hubiesen visto? —le reprocha Mandy poniendo una mano en la cabeza fingiendo un drama.
—Sí, seguramente se hubiesen visto Mandy, pero igual nunca habrían llegado a hablar —Vaya dos. Para mi sorpresa, Enzo les corta diciendo:
—En serio, no me puedo creer que no creáis en el destino. No es casualidad que viviendo en la otra punta de la ciudad venga a hacer un casting para Santa, que se retrase la hora de la prueba y eso haga que me encuentre a Chloe desmayada en el suelo después del atraco. Yo creo que es un capricho del destino, estoy seguro de que de una forma u otra nos hubiésemos conocido. No creo en las casualidades, en esta vida todo sucede por algo, todo tiene un por qué —Mi jefe y mi compañera le miran con la boca abierta, cosa que hace que con todo lo que ha dicho, yo me hinche como un pavo en Navidad.

Vamos a cenar a un restaurante francés súper acogedor. Al salir, a pesar de la nieve, hace una noche increíblemente bonita y mágica. Ya estamos a 15 de diciembre y queda nada para Navidad. El cielo está despejado, se ve en él una gran luna llena y una multitud de estrellas que iluminan su reflejo en la nieve que hay por las calles.

Vamos dando un paseo y al pasar por un puente paramos y Enzo me dice:

—Tengo un regalo para ti, para Navidad —-En este momento muero de vergüenza por la situación y porque no tengo nada para él. Llamarme rara pero no creo que por muy bien que estemos, llevemos tanto tiempo para hacernos un regalo, pero le vuelvo a mentir como una bellaca.
— Lo cierto, es que yo también tengo algo para ti, pero hasta el 25 nada de nada. Aún no toca, tendrás que esperar unos días —le digo dándome misterio intentando que no se note, mientras mi cabeza piensa y anota a toda velocidad: regalo para Enzo. Mientras estamos apoyados en el puente y mirando al cielo, me dice:
—¿Ves la luna? Cuenta tres estrellas hacia atrás, ¿ves la estrella que se ve, esa que brilla como ninguna que parece un diamante? —Para no parecer tonta y no decir que ni sé hacia dónde contar, intento fijarme rápido y por fin la veo. Una estrella a lo lejos chiquitina, que como bien dice, parece un brillantito que cada vez que la miro, parece que brille más y parpadea.

—Sí, la veo, es preciosa —le digo entusiasmada y orgullosa de haberla visto tan rápido.
—Pues esa estrella se llama Chloe, es tu estrella, tu regalo de Navidad. Feliz navidad, Chloe —me dice mientras me agarra por detrás y me abraza, mientras mi cabeza recapitula lo que me acaba de decir, ¿me ha regalado una estrella?
—No me pongas esa cara —me dice adivinando lo que pienso—. Se pueden comprar estrellas y ponerles el nombre de las personas a quien se le regalan, no me digas que no lo sabias —dice mirándome con cara de qué voy a hacer contigo, cosa que me hace reír y decirle la verdad.
—No tenía ni remota idea, pero ¿en serio esa estrella es mía? No me lo puedo creer, me encanta, nadie me había regalado nunca algo así —le digo saltando y palmeando más contenta que nunca.
—Me alegra que te guste. Ah, y tranquila, si no pensabas regalarme nada para Navidad, te lo perdono por esta vez —dice acariciándome la mejilla.
—¡Cómo puedes saber siempre lo que estoy pensando!
—Digamos que tengo un don.
—¿En serio? ¿Y qué tipo de don? —le preguntó súper curiosa. Me sonríe como sólo él sabe hacer y me dice, de la manera más misteriosa que se pueden pronunciar esas palabras:
—Ven aquí, ¿confías en mí?
—Pues claro –le contesto. Mientras se aleja de mí me dice:
—No te muevas, tranquila, quédate ahí y mira la estrella.

Empiezo a observar la estrella y me doy cuenta de que cuanto más lejos de mí está Enzo, la estrella pierde luz y se va apagando poco a poco, cosa que hace que dé un grito ahogado tapándome la boca con la mano y mirando hacia él sin entender nada. Mientras Enzo vuelve hacia mí, veo que la estrella vuelve a cobrar vida, y en el momento que está justo detrás de mí, brilla con una fuerza increíble, incluso más que la gran luna llena que tenemos en frente.

—No entiendo nada, ¿cómo puede ser posible? —le digo mirándolo perpleja.
—Te dije que tenía un don, así siempre sabrás cuándo estoy cerca. Cuanto más cerca esté de ti, más brillará tu estrella, Chloe.
—Pero me vas a contar qué es, eso de tu don. —Verás, vengo de un linaje en que todos tenemos un gran don, podemos ver y hacer cosas.
—No me irás a decir que eres un brujo, ¿no?
—Dejémoslo en que mi familia es especial.
—No sé si serás brujo o tendrás un don, lo que está claro es que lo que acabas de hacer es increíble. ¡Una cosa! ¿También puedes volar y viajar en el tiempo? –le pregunto con cara de ansia loca porque me diga que sí, lo que hace que él suelte una carcajada y mientras me abraza, me diga:
—Aix mi rubita, qué cabeza tienes —En ese momento siento miedo y una sensación se instala en todo mi cuerpo. El mecanismo de defensa me grita sobre esas palabras: «mi rubita». Jamás olvidaré ese tono, esa voz no puede ser: «Es él, es quien me atracó». Entro como en un estado de shock sin entender nada y noto que me empieza a entrar muchísimo agobio mientras me tiene en sus brazos. Intento disimular para que no se me note, pero como es normal, se anticipa a mis pensamientos y movimientos.

—Tranquila Chloe, te dije que confiaras en mí.
—¿Tranquila? ¡Y una mierda! Pero ¡cómo es posible! ¿Cómo me has podido hacer esto? ¿Pero a qué demonios estás jugando? ¡Sabes que me has jodido la vida! —le digo con toda la rabia y la ira del mundo.
—Déjame que te explique.
—¿Que me explique? ¿Pero de qué te crees que vas? ¡Suéltame ahora mismo y no te vuelvas a acercar a mí en tu vida! —le digo dándole un empujón y saliendo lo más rápido que puedo. Voy corriendo puente abajo con los ojos empañados de lágrimas repitiéndome para mí misma: «¿Cómo es posible? ¿Qué significa todo esto? No puede ser real». Paro en seco en mitad de la calle mirando hacia mi estrella, que cada vez tiene menos intensidad. Desesperada, no se hacia dónde ir, no sé ni donde me encuentro; tengo frío, miedo, y la desesperación se adueña de mi cuerpo cuando me viene a la cabeza todo lo que hemos pasado juntos. No puedo creer que me haya podido hacer algo así, no entiendo el porqué. Sin dudarlo, paro el primer taxi que pasa por mi lado, me subo en él y le pido de la manera más pausada que sé, que me lleve a mi casa.



Una vez allí, entro en la ducha para entrar en calor, noto como el calor del agua empieza a desentumecer mis huesos y poco a poco vuelven a tomar vida.

Salgo de la ducha y me plantó delante del espejo del baño, que está totalmente empañado por el vaho del vapor del agua, paso la mano por el espejo para desempañarlo y me parece ver mi estrella reflejada en él que parpadea como nunca. Una rara sensación me sobrecoge, así que me tapo bien con la toalla, salgo al salón, miro por la ventana y lo veo allí debajo de la luna. Veo cómo mira hacia mi ventana, y al darme cuenta de que me ha visto, me escondo de tal manera que hace que me ruborice, pienso cómo puede ser, y recuerdo el maldito don. Así que bajo las persianas para que capte la indirecta de que no quiero saber nada de él; es lo más duro que me veo haciendo durante mucho tiempo, pero lo que me ha hecho no tiene nombre y no quiero saber nada más.

Pasan los días y se acerca Navidad. Noto cómo me observa desde el sillón de Santa y cada vez que estoy frente a un espejo o en la oscuridad, hace brillar la estrella, cosa que me hace saber que está cerca. Lo cierto es que después de todo lo del atraco, en vez de tener miedo hace que mi corazón se oprima de tal manera que lata de una manera enloquecida cada vez que la veo.

Ya es día 20. Soy consciente de que le echo de menos y de que necesito estar con él. Hoy, al mirar por la ventana, veo que, en el sillón de Santa, no está, y eso me preocupa, ya que en su lugar está sentada una Elfa.

Así que, a la hora de la comida, me envalentono y me acerco a hablar con el coordinador del evento para ver si me puede aclarar lo que sucede. Y me confirma mis sospechas, Enzo llamó esta mañana diciendo que estaba enfermo, y es algo que no me creo.
Como una ladrona, me cuelo en las oficinas con ayuda de Mandy para averiguar la dirección de Enzo en las fichas de personal.

—¿La tienes ya? —me dice Mandy cuando por fin salgo de la oficina.
—¡La tenemos! —le contesto victoriosa
—Tía, ¿pero en serio vas a ir? ¿Estás segura?

—Claro que sí, algo pasa y tengo que saber qué es. Dime a qué hora vuelves a entrar a la tienda —le digo con cara de compinche.
—Pues aún me quedan unas horas, y mi moto está en la puerta —me dice enseñándome las llaves.

Salimos escopeteadas del centro comercial para ponernos en marcha hacia nuestro destino.

—Espera, espera, déjame que ponga la dirección en el Google Maps del teléfono, que con las prisas no sé ni dónde está su calle.
—¡Ahhh! ¡Mierda, yo tampoco! —le digo dando un grito de frustración. Sé que no tardamos más de diez minutos, pero algo me dice que el tiempo va en nuestra contra, en ese momento Mandy pega un chillido diciéndome.
—¡Vamoss, correee, sube lo tengo! —así que mientras enciende la moto dice
—Allá vamos, Santa.

Sé que vamos por buen camino porque veo la estrella brillar cada vez más; tampoco podemos correr mucho, ya que por la nieve tenemos peligro de resbalar.

Tengo claro que él sabe que estoy de camino, así que espero que no me vuelva a mentir porque os juro que no habrá más oportunidades; igual me meto en la boca del lobo, pero necesito saber si lo que siento es real o no.

—Hemos llegado —dice Mandy parando la moto.
—Está bien, será mejor que te esperes aquí.
—Sí, será lo mejor, lo que tengáis que arreglar o hablar es cosa vuestra. Si no te importa te espero en la cafetería de enfrente, si veo que en media hora no has terminado tendré que volver al centro comercial y buscar una excusa para ti.
—Tranquila, no creo que tarde tanto.
—Suerte, nena —me dice Mandy mientras le entrego el casco.



Me plantó delante de la puerta y respiro hondo, intento parecer tranquila, pero una mierda estoy como un flan. Me armo de valor y al ir a picar a la puerta veo que se abre sola: «Maldito don», maldigo para mis adentros.

Cuando entro en la casa, veo un lugar muy acogedor y río como una tonta pensando que parece la casa de Santa Claus. Me recuerda a las que salen en las películas de Navidad, menuda ironía, me digo para mí misma. De golpe, al entrar en el salón doy un brinco al ver a una anciana de una muy avanzada edad y por lo que veo un estado de salud muy crítico, ya que está conectada a varias máquinas. ¿Cómo puede ser? Me dijo que su abuela murió hace años y sé que es ella por las fotos que me enseñó, pero qué carbón, ¡me volvió a mentir! Doy media vuelta y me choco de bruces con él.

—¡Mierda! Todo esto es una mierda, sal de mi camino —le digo en susurros para que su abuela no me escuche.
—Ven, tenemos que hablar —me agarra de la mano y se me lleva del salón a otra sala, cierra la puerta.
—Chloe, será mejor que te sientes y te relajes, nadie te ha obligado a venir, estás aquí porque quieres —Menudo morro que tiene, pero tienen razón, así que me callo y pongo morros de muy ofendida, que no me sirve de mucho porque sabe que estoy deseando que me cuente la verdad, ya que es por eso que he venido.
—Verás, como bien te dije, vengo de un linaje mágico de hace muchos siglos. Mi familia siempre ha tenido mucho poder y a ciertas personas no le gusta y han ido matando a cada una de las personas de mi familia durante años. Mataron a mis padres cuando Octavia y yo éramos pequeños, nos quedamos a cargo de mi abuela hasta que supo que venían por nosotros y por eso ella fingió su propia muerte, para que fuésemos dados en adopción. Ocultó los poderes de Octavia para que se le despertaran a una edad adulta y a mí, al ser más mayor, me visitaba en sueños dándome instrucciones de todo para que supiese lo que tenía que hacer en cada momento.

«A la madre de Jacob la mataron porque se pensaron que era Octavia, no sé bien lo que pasó, pero le arrebataron la vida.

Ezna, mi abuela, creó un vínculo entre ella y Octavia: el día que ella muriese, a mi hermana se le despertarían sus poderes, cosa que no sabe usar y no tiene idea de nada.

El problema fue cuando Ezna empezó a empeorar, necesitaba mantenerla con vida algo más para localizar a mi hermana antes de que se le despertase su don porque puede ser peligroso para ella y para los que le rodean si no aprende a controlarlo, ya que ella, además, será la más poderosa de todo el linaje ya que al haber estado vinculada a un ancestro como Ezna, recibirá también los poderes de mi abuela. Así que necesitaba dinero para encontrar a Octavia y mantener a Ezna con vida un poco más y al pasar por la juguetería no me lo pensé, compré el pasamontaña en la tienda de deportes y entré. Ni siquiera el cuchillo era real, te lo hice creer y que lo sintieras. Pero con lo que no contaba era con tu desmayo y menos con enamorarme de ti, eso no entraba en mis planes, así que tal y como salí, fui al coche, dejé el dinero y volví corriendo hacia la tienda llamando a la ambulancia. No me lo perdonaré nunca —me dice mientras tiene sus ojos empañados de lágrimas. Estoy alucinada, pero, << ¿qué leches me está contando?>>

—Sé que parece surrealista, pero es la verdad, la pura verdad, y en tu interior lo sabes porque has visto cosas prácticamente imposibles, ¿o acaso crees que cuando veías la estrella en la oscuridad o en un espejo reflejada detrás tuyo era cosa de tu imaginación?
—Yo no creo ni dejo de creer nada, además si estoy aquí es por algo, ¿no crees?
—Sé por lo que estás aquí, porque quieres respuestas y te las estoy dando lo mejor que sé. Créeme Chloe, esto es igual de difícil tanto para ti como para mí, y más por lo que te voy a decir, no es fácil y siento con toda el alma tener que decírtelo.
—Enzo, ¿qué me estás intentando decir?
—Que esto tiene que terminar aquí y ahora Chloe, no puede ser y es mejor que lo dejemos así, antes de que vaya a peor, así que olvida las últimas semanas y vete, por favor —Noto como si algo dentro de mí se rompiese muy lentamente, siento un dolor inmenso, como cuchillas cortándome por dentro de todo mi ser; estoy confundida, impactada, ¿cómo ha podido jugar así conmigo? Me atracó, me salvó y ahora me dice que vaya, esto es toda una puta mentira. Tengo que salir de aquí ya: «lárgate ya Chloe».

—Está bien, pero te digo una cosa, espero no volver a ver nunca esa estrella ni tu maldita cara, así que ya la puedes ir apagando con tu gran Don —Y con las mismas, me levanto y salgo por la puerta disimulando en vano mi desesperación y confusión.



Al salir a la calle me duelen los ojos de aguantar las lágrimas y con el contacto del frío comienzan a brotar sin control, cosa que hace que me dé más cuenta de la realidad y de lo que siento por él, pero mi orgullo me impide volver para pedir una explicación.

Me quedo un rato parada en la acera para recomponerme un poco, ya que el frío de la nieve me está haciendo bien para despejarme. Mandy ya está sentada en la moto y únicamente me dice:

—Sube —Me entrega en casco y le hago caso, subo y tomamos rumbo al centro comercial para seguir con nuestras vidas y yo intentar olvidar esta locura.

 Hoy, por fin es Noche Buena y el trabajo está que se desborda. Vamos corriendo por toda la tienda como si la vida nos fuese en ello y en una de mis carreras al almacén, a la vuelta al mostrador veo un Elfo de la casa de Santa.

Delante, esperando, al verme me dice:

—Toma Chloe, esto le llego a Enzo el otro día, como no ha venido ni a recoger el talón por los días que trabajó, mi jefe me ha dicho que te lo dé a ti ya que tenías buena relación — me dice con una pícara sonrisa mientras me entrega un sobre.
—Mmm, gracias, yo se lo haré llegar en cuanto pueda —digo con una voz titubeante. «Una mierda», pienso mientras la dejo debajo del mostrador.

Al terminar la jornada, recogiendo las cosas se me cae algo al suelo y me doy cuenta de que es el sobre.

Cuando voy a tirarlo veo un sello que pone: «Hasting, departamento de investigación». Mi corazón me da un vuelco. Si no recuerdo mal, Enzo me atracó porque necesitaba el dinero para contratar un investigador privado para lo de su hermana, así que me pongo modo chafardeo total y abro el sobre. Madre mía, la han encontrado, Octavia está en Nueva York, tengo que contárselo a Enzo. Siiii, sé que jure que no volvería a verle y él me dijo que me fuese, pero esto tiene que saberlo.

Me despido de mis compañeros dando la excusa más tonta del mundo; no sé si se lo han creído o no, pero la cuestión es que me han dejado salir, así que paro el primer taxi que pasa por delante. Esto me recuerda a cuando averigüe que él fue el responsable del atraco, pero lo cierto es que ahora eso me da igual.

Una vez llego, me lo encuentro en la puerta sentado con las piernas dobladas y la cabeza encima de ellas. Muero de dolor al verlo así porque ya creo saber qué pasa, así que me siento a su lado, le abrazo y en un suspiro, le digo:

—¿Ezna? —No sé por qué, pero se me llenan los ojos de lágrimas, así que sin poder evitarlo me uno a llorar con él como una tonta. De golpe recuerdo a lo que he venido y sí, como es de esperar, antes de abrir la boca me dice:
—¿Dónde está?
—Pero, ¿será posible? ¿Algún día me dejaras terminar de decir algo? —Le debe de hacer gracia porque de pronto me agarra y me da un beso en el que me deja ver todo lo que ha pasado durante este tiempo, me pasa las imágenes poco a poco con la misma intensidad en la que me besa, y al separase de mí, me acaricia el pelo diciendo:
—Sabía que volverías, eres tan... testaruda. Pero gracias, ahora debo irme a buscar a Octavia, ya que ella está en peligro.
—Yo me voy contigo, ¡no puedes hacerme esto otra vez!
—Chloe, es peligroso, ni te imaginas a lo que nos enfrentamos.
—No puedo imaginarme nada peor a enfrentarme al estar otra vez lejos de ti, así que ni se te ocurra volver a apartarme otra vez.
—¿Confías en mí, Chloe?
—¿Lo dudas?
—Fíjate bien en esa estrella, porque pase lo que pase nunca jamás dejará de brillar, prepárate Chloe, porque nos vamos los tres a Nueva York.


Continuará





ESTE RELATO Y MUCHOS MAS, LO PUEDES ENCONTRAR EN LA ANTOLOGIA SOLIDARIA DE CHRIS M. NAVARRO, TINTA NAVIDEÑA, ES UNA ANTOLOGIA CREADA CON MUCHO CARIÑO POR TODOS NOSOTROS, TODO LO QUE SE ESTA RECAUDANDO ES PARA LA INVESTIGACION DE LA ENFERMEDAD DEL HHT.

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14 comentarios

  1. Me encanta!! Quiero massssss. Muy buena Ainhoa. Sigue asi. Muchos besos y a seguir

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  2. Hola Ainhoa! Me ha encantado la frase "Enzo, mi hombre, mi héroe" 💖 Me ha encantado tu forma de escribir. Yo participé también es una idea genial para ayudar. Un besazo.

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  3. Hola guapi !! Me ha encantado 😍😍😍😍😍escribes muy bien y deseo seguir leyendo cosas tuyas preciosa. Muchas felicidades 👏👏👏👏👏👏🎉🎉🎉🎉💋💋💋💋💋

    Delia-------------La guarida de los amantes.

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  4. ayyyyy mi niña linda....eres una artista. sigue asi😘😘😘😘

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  5. Aixxx que recuerdosssss!!!!...
    Enzo que me tiene enamorá!!jijiji
    Ya te lo dije tati cary m encanta como escribes..
    Muaaaaa

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  6. Aixxx que recuerdosssss!!!!...
    Enzo que me tiene enamorá!!jijiji
    Ya te lo dije tati cary m encanta como escribes..
    Muaaaaa

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  7. Me encanta!!❤❤Quiero saber cómo sigue. Continúa así peque!! Que llegarás lejos, escribes muy bien. 😘😘

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  8. Madre mía que descubrimiento!!! Pero que bien escribes jodía!!!
    Me ha encantado!
    Quiero más!!
    Felicidades guapa!!
    Un beso!
    Isa
    El desván de las delicias

    ResponderEliminar
  9. Madre mía que descubrimiento!!! Pero que bien escribes jodía!!!
    Me ha encantado!
    Quiero más!!
    Felicidades guapa!!
    Un beso!
    Isa
    El desván de las delicias

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  10. Hola guapa, dios mío, que precioso, ya quiero leer un libro tuyo. (Yo siempre pidiendo a lo grande) me ha gustado mucho.
    Besos guapa.

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  11. Me a gustado mucho!! Deseando leer mas cositas
    Tuyas un besote

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  12. Ya te lo dije, me tienes esperando con ansias más, una artistaza hay por aqui , sigue escribiendo porque eres muy buena!!

    un besito
    tanya
    mundo entre libros

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  13. Sorpresón que me he llevado mi peque!!! Me ha encantado la historia y me encanta tu forma de escribir!!! Sigue así mi niña, tu tb tienes un don ;)

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  14. Bonito relato, me encanto.
    Alba- Drawing The Music

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